El milagro de Anantapur

La visita a Anantapur, en India, y mi estancia en la R.D.T. ha sido una experiencia increíble y la cual tengo muchas ganas de repetir. Ha sido muy emocionante ver como con un poquito de ayuda y trabajo se puede mejorar la vida de mucha gente.

Estuvimos allí unos 5 días y la verdad es que nos hubiera gustado quedarnos mucho más. Bien es cierto, que la Fundación en principio ofrece alojamiento a los padrinos por 4 días, pero como era temporada baja y no había mucha gente, fueron muy atentos y nos ofrecieron quedarnos más días para conocer el proyecto a fondo.

Instalaciones de la Fundación de Vicente Ferrer en India

Las instalaciones de la Fundación y la atención de las personas que trabajan allí son formidables. Las habitaciones son sencillas pero no falta de nada: un buen baño, las camas, mosquiteras, enchufes suficientes, ventiladores, toallas, etc. A la hora de comer o cenar, se va a la cantina que además de un comedor es un lugar de encuentro en el que se intercambian sensaciones y experiencias. Encontramos comida tipo buffet, a un lado comida picante y al otro no picante, lo cual es un alivio para muchos. Además siempre hay un toque español con alguna tortilla de patata, ensalada campera, etc. Pero lo mejor es lo fácil que te ponen conocer el proyecto, como se esfuerzan porque te impliques un poco más con él.

Nada más llegar nos dieron las llaves de nuestra habitación, así que después del viaje desde Bangalore fuimos allí directamente a dejar los mochilones y disfrutar del ventilador y de la ducha. Luego, Marta, una de las traductoras nos explicó como funcionaba todo y nos llevo a la oficina de apadrinamientos, donde planeamos que íbamos a hacer durante nuestra estancia en Anantapur. Así, a la mañana siguiente un jeep estaba esperándonos para llevarnos a conocer los proyectos y a nuestros niños: Thriveni, Mahesh y Sowndarya.

Visita a los niños apadrinados de la FVF

El primer día nos dedicamos a ver varios proyectos de la Fundación, parte de su proyecto integral para recuperar la región de Anantapur, encuadrados en el área de Educación y Ecología, como por ejemplo, una escuela de estampación de telas y otra de trabajos de papel maché. En ellas se enseña a las mujeres a realizar estos trabajos con el fin de venderlos a través de la Fundación en España, lo cual mejora considerablemente su calidad de vida, no sólo a nivel económico sino evitándolas trabajos tan duros como requiere el campo. Además, también diversifican los ingresos familiares, encargándose así el hombre del campo y la mujer trabajando fuera de casa, por lo que en época de sequía tendrán algún tipo de ingreso.

También visitamos unas escuelas en las que se enseñaban a niños con algún tipo de deficiencia psíquica a cuidar animales: vacas, búfalas, gallinas, etc. y cuando están preparados se les da una búfala para que puedan trabajar en sus casas. Esto hace que todos ellos se sientan útiles, cuiden de sus animales y sus padres puedan vender la leche, así más ingresos llegan a la familia.

Los niños invidentes o con problemas auditivos nos recibieron de una forma excepcional, dedicándonos canciones, escribiendo nuestro nombre en brille y dedicándonos la mejor de sus sonrisas. Los pasillos de sus clases están pintados con dibujos que ayudan a entender a los padres sobre los problemas de sus hijos y los sistemas empleados en su educación.

Los proyectos de agricultura tampoco dejaron de sorprenderme, grandes sistemas de recogida de agua de lluvia, asesoramiento para el riego de los cultivos, construcción de pozos, un criadero de cerdos, pueblos a los que la Fundación ayuda con vacas para que puedan conseguir ingresos de su leche, etc. También tuvimos la oportunidad de visitar una casa de una familia en la que se cocinaba con gas metano proveniente de los excrementos de las cinco vacas que poseían. La mujer estaba contentísima ya que ahora le era mucho más fácil fregar las cacerolas, podía cocinar a cualquier hora del día, y además se evitaba todo el humo que tenía dentro de casa que tanto daño les hacía.

El segundo día empezamos a visitar los niños y era el día de Thriveni. Nos encantó verla tan guapa y conocer a toda su familia que nos recibió con los brazos abiertos y todas las bendiciones del mundo. Luego aprovechamos para visitar un hospital que estaba en nuestro camino de vuelta, y por cierto estaba fenomenal. Atendían prácticamente cualquier tipo de especialidad, con máquinas de todo tipo para hacer pruebas, banco de sangre y maternidad. Después, tuvimos la oportunidad de conocer lo que llaman un “colegio puente”, que es un colegio para las niñas que han dejado de estudiar pero ahora se quieren reincorporar a los estudios. Allí se les prepara para que alcancen el nivel necesario para ir a los colegios del Gobierno. Es increíble como todas ellas valoran esta nueva oportunidad de volver a la infancia, estudiar y crecer. Han vuelto de cuidar de sus familias y sus casas, por lo que su entusiasmo es contagioso.

Al día siguiente fuimos a visitar a Sowndarya, una princesita que nos llenó de plátanos, agua de coco y galletas. Como su pueblo estaba muy lejos no nos dio tiempo a ver muchas más instalaciones, pero Rama, la traductora nos ofreció ver una estatua del demonio. ¡Y yo que pensaba que sólo había en Madrid y en Nueva York!

El cuarto día fuimos a ver a Mahesh, el cual se ha convertido en todo un hombre y que por cierto es muy buen estudiante. Ese día estábamos tan cómodos que no veíamos el momento de marcharnos, pero había que irse, así que comimos en un centro de la Fundación que estaba cerca y luego fuimos a visitar un hospital de SIDA, donde se hace una gran labor, y el Centro de Planificación Familiar. No os perdáis éste último lugar si visitáis Anantapur. Las hermanas o madres de las mujeres que van a realizarse la ligadura de trompas, están en el centro con los bebés para cuidarles y que las mujeres puedan seguir dándoles el pecho.

De este modo llegó el momento de despedirnos. Con lágrimas en los ojos nos fuimos de allí, dejando atrás el “milagro”, pero llevándolo siempre en nuestros corazones.



Sobre el autor

Cristina
Viajera de vocación y profesión, con estudios en la Diplomatura de Turismo, especializada en el asesoramiento y venta de viajes en agencias de viajes off-line y on-line, organizadora de las Tertulias Viajeras y sobre todo bloguera en Está en tu Mundo.

2 comentarios en "El milagro de Anantapur"

  1. Que hermosa seria la vida si todos los seres humanos que poblamos la tierra,pensaramos que pasamos por ella como una exsalación,y nadie se quedara en ella,pero que maravilloso que nadie absolutamente nadie pasara hambre y todo estubiese cubierto,y los egoistas que tanto poder tienen dejaran algo para solucionar el problema que existe en el mundo.

  2. Vicente Ferrer,te quiero,te admiro,te respeto,fuiste un gran hombre,un ejemplo que imitar,sembraste una semilla en medio de la nada,ahora es un Paraiso.Que Dios te bendiga.

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