Érase una vez, una ciudad llamada Celebration, en Florida, que presumía de ser una ciudad perfecta, grandes espacios verdes y lúdicos para los niños, completa seguridad, y todo lo que una familia pudiera desear.
Walt Disney, hace ya unos cuantos años tuvo la idea de hacer lo que llamaba EPCOT, Prototipo de Ciudad Experimental del Mañana, que según él, sería un lugar consagrado a la felicidad de la gente que viviera, trabajase o jugase en ella. También quería que sirviera como escaparate para las nuevas ideas y tecnologías de la industria americana.
Así que en 1.996, con el afán de sacar beneficio a una vasta extensión de tierra próxima a Disneylandia, se inauguró Celebration, pensando en hacer algo que pudiera haber hecho sentirse orgulloso al viejo Walt.
Desde entonces, los 9.500 residentes de la ciudad, según el último censo del 2.004, viven en perfecta armonía, en el lugar más idílico del mundo, el cual, representa a la perfección la imagen del sueño americano, de vivir en una casa sin rejas, con un jardín lleno de flores, vecinos sonrientes y un barrio de arquitectura nostálgica, además de una gran seguridad, ya que a lo largo de toda la historia de la ciudad, tan sólo se ha dado un robo en ella.
Tienen de todo, tiendas, escuelas, comercios, la panadería Bread Alone, la escuela de estudios superiores, hospitales, restaurantes, campo de golf, o donde suelen acabar todos los turistas que van, la tienda de Village Mercantile, donde se puede comprar un reloj o una camiseta con una incripción que diga: Celebration, fundada en 1996.
Parece ser que son de los de ir a la Iglesia los domingos, puesto que cuentan con siete iglesias cristianas y una congregación de judíos. Además de con una gran variedad de organizaciones comunitarias que juegan un papel muy importante en el gobierno de la ciudad.
La vida de sus habitantes es muy cómoda, debido a que como son trabajadores de Disney, tienen la oficina muy cerca de casa, y la mayoría de ellos se mueven en bicicleta o coches eléctricos.
Los hogares están dotados con las últimas tecnologías, teniendo lo que se denomina casas domóticas, es decir, la totalidad de la casa está controlada a través de un sistema informático.
Y así, con tanta felicidad un día tras otro, de repente empezaron a venir los lobos, y tal y como refleja el artículo de la revista del periódico El Mundo, se empezaron a escuchar algunas críticas de este lugar elitista, pero no quizás de la mejor calidad, según las declaraciones de una vecina, Joan Kaczmarcyk:
«Si trabajas en la Disney, tienes que ser un jefazo para poder vivir aquí. Esto se está poniendo carísimo, y la compañía no paga más que el sueldo base a toda esa gente que se deja la vida a pleno sol. Te lo digo yo: en Florida aún se practica la esclavitud».
«Además, la calidad de la construcción deja mucho que desear», se lamenta Joan. «Es bastante peor que en Nueva Jersey, que es de donde venimos nosotros… Pero en general se está bien aquí. A mis tres hijos les gusta: es un buen lugar para vivir en familia. La gente viene con la idea de ver realizado su sueño, y eso es bueno: nos sentimos como en la botadura de un nuevo barco».
Y aunque las declaraciones de Disney, son las siguientes: «La compañía no tiene ninguna intención de manufacturar los estilos de vida de los vecinos», insiste Herrington. «Nuestra misión, sencillamente, consiste en hacer más fácil la vida en comunidad»; hay personas que no piensan lo mismo, como es el caso de Carl Hiaasen, autor del libro Cómo Disney Devora el Mundo (How Disney Devours the World), y que dice que Celebration es sólo el último eslabón de una compañía sin escrúpulos empeñada en imponer su cultura monolítica en todo el mundo y teledirigir la vida de los niños y los no tan niños, y pone como ejemplo de esto, el hecho de que hay películas, juguetes, parques de atracciones, tiendas, centros comerciales, cadenas de televisión, estudios de cine, libros, música, cruceros, hoteles y ahora también ciudades de la marca Disney.
Según se dice en los vecindarios de la ciudad, Celebration es para personas que les gustan las normas, muchas normas, incluyendo sobre el color que tiene que tener la casa de cada uno.
Me gustaría rescatar unos párrafos del libro No Logo de Naomi Klein, que hablan de esta ciudad y que creo pueden dar claridad a este post:
“Por supuesto, se trata de una ilusión. Las familias que han decidido instalarse en Celebration viven las primeras vidas de marca. Un historiador de la sociedad, Dieter Hassenpflug, señaló: “Incluso las calles están controladas por Disney; son espacios privados que fingen ser públicos”. Así Celebration es una complicada inversión (…); un búnker de “autenticidad” recreado conscientemente por el fundador de la ilusión”.
Todo esto me da escalofríos, la peor pesadilla de Aldoux Husley, reflejada en su libro Un Mundo Feliz, hecha realidad.
Y como la felicidad de Aldoux Husley no me vale, no me parece bien acabar el cuento con un fueron felices y comieron perdices. Lo haré con un sencillo pero bonito…
“Colorín, colorado, este cuento se ha acabado”.
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