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Persépolis, un lugar imprescindible que ver en Irán

Persépolis es una de las razones por las que hay que viajar a Irán al menos una vez en la vida, visitar la capital del imperio persa, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1.979,  os aseguro, resulta una experiencia tremendamente emocionante.

Por ello, hemos escrito un artículo con toda la información práctica sobre Persépolis, para que disfrutes al máximo tu experiencia.

Cómo llegar a Persépolis

La emblemática ciudad de Persépolis se encuentra a 70 km. desde Shiraz, por lo que lo más habitual, es buscar una forma de transporte desde allí.

Excursiones a Persépolis desde el hotel

Lo primero que hicimos para encontrar el mejor precio para nuestra excursión a Persépolis, fue preguntar en el hotel donde nos alojamos la primera noche en Shiraz. La oferta estaba bastante bien, ya que nos recogían temprano para visitar Persépolis + Pasargade + Nasq e Rostam, con un guía oficial, desayuno, comida, transporte en minibus y entradas, incluido en el precio de 22€ por persona*.

Sin duda, no estaba mal, y no nos pareció para nada excesivo, pero como se nos iba de presupuesto, cogimos la guía Lonely Planet, y comenzamos a llamar a algunas agencias de viajes que proponía, pero la oferta era muy similar, y los precios iban desde los 18€ a los 25€ por persona*.

Cómo llegar a Persépolis en taxi desde Shiraz

Nuestra siguiente opción era ir en taxi, así que preguntamos a varios taxistas que esperaban clientes en la salida de los monumentos que íbamos esperando y guardando sus teléfonos, ya que sin duda, es la opción más económica, cómoda y privada para ir Persépolis, con un precio aproximado de 15€ las dos personas*.

Aunque  las entradas, la visita a Pasargade y comidas no estaban incluídas, nos pareció la mejor forma de llegar a Persépolis, hasta que la familia que nos adoptó en Shiraz se ofreció a llevarnos, y por supuesto, ¡no nos pudimos negar!

Cómo llegar a Persépolis en coche compartido

Pero todavía, hay una opción más barata para ir a Persépolis, tomar un savari o coche compartido desde la estación de autobuses dede Karandish y te costará entre 3€ y 5€ por persona*. Si no encuentras uno hasta allí, puedes llegar hasta Marvdasht, donde cambiar a otro savari o hacer auto stop, ya que son sólo 8 km. y la hospitalidad persa es legendaria.

* Los precios son orientativos, en especial, contando con que el país tiene una inflación de más de 100% de un año para otro.

Precio entrada a Persépolis

El precio de la entrada a Persépolis es de 150.000 riales, lo que me pareció tremendamente barato, ya que era lo mismo que habíamos pagado en la mayoría de monumentos mucho menos emblemáticos, y me hizo reflexionar sobre la poca importancia que el actual gobierno de Irán da a este lugar.

Finalmente, nuestro amigo Shayan compró la entrada a precio de ciudadano iraní, ayudado por lo tapadas que íbamos con los velos, y claro, mucho más barata.

Historia de Persépolis

Persépolis fue fundada por Darío I en el año 518 a.C. como capital ceremonial del gran imperio persa, que durante el reinado aqueménida se extendía por multitud de países, Media, Arabia, Babilonia, Egipto, Armenia, India y Gándara entre otras, tal y como reza la inscripción que se puede ver en la escalera que da paso a la impresionante sala de Darío I, con una representación de esas naciones 28, que podéis ver en el mapa a continuación.

Su nombre en persa es Tajt-e Yamshid o el trono de Yamshid, el primer gobernante más conocido de Irán, aunque para su desgracia haya pasado a la historia por el nombre griego que le dieron sus conquistadores.

Una de los datos destacables sobre la construcción de Persépolis es que no usaron esclavos, sino artesanos libres que venían desde todos los rincones del imperio a trabajar, imprimiendo el estilo de su lugar de procedencia.

Persépolis vivía su mayor momento de esplendor cada año durante el Nowruz, el año nuevo persa, cuando los representantes de las naciones acudían a rendir pleitesía al rey y pagar sus tributos, y por supuesto, siguió creciendo con los sucesores de Darío I, su hijo Xerxes, muy conocido por la película 300, y el nieto Artaxerxes I.

La ciudad desapareció junto con la dinastía Aqueménida a manos de Alejandro Magno, que ordenó su incendio y destrucción en el año 330 a.C.

Pero recientemente, ya en el siglo XX, pudimos perder de nuevo la mayor joya arqueológica de Irán.  El Sha de Persia había homenajeado en Persépolis los 2.500 años de monarquía, por lo que al instaurarse el régimen islámico, unos fanáticos quisieron destruirlo para borrar cualquier evidencia de la monarquía. Gracias a la oposición de los valientes ciudadanos de Shiraz y el gobernador de la provincia de Fars, hoy continuamos admirándolo.

Qué ver en Persépolis

Y por fin llegó el momento. Avanzaba emocionada hacia la Ciudadela de la Paz, y la adrenalina inundaba mi cuerpo sólo pensando en que este mismo lugar ya existía hace más de 25 siglos.

Escalera de Persépolis

Subir la escalera de Persépolis, acceso edificado durante el reinado de Xerxes para acceder al nivel superior, sólo aumentó mi excitación.

Una impresionante escalinata de piedra, con dos tramos divergentes de 111 escalones, me separaban de la antigua ciudad de Parsa, y mi imaginación no paraba de evocar a los antiguos reyes que habían pisado por donde ahora lo hacían mis pies.

Puerta de las Naciones de Persépolis

Una vez arriba, la Puerta de las Naciones se alzaba a 5,5 m. de alto, ante mis ojos que brillaban ante tanta belleza. Flanqueada por dos enormes toros alados con torsos de hombres, conocidos como Lammasus, de inspiración asiria y símbolos de protección, y una inscripción perfectamente conservada en agradecimiento al díos Ahuramazda.

Al cruzar este tesoro arquitectónico, ya pude hacerme una idea de su disposición en forma de terrazas, en la ladera del monte de la Misericordia o Kuh-e Rahmat, como se hacía en Mesopotamia, y del valor de lo que se presentaba ante mis ojos.

Tumbas de Artaxerxes II y Artaxerxes III

El sol resplandecía sobre las ruinas más famosas de Irán, y los mausoleos de Artajerjes II y Artajerjes III me llamaban desde lo alto de la colina, y sin dudarlo llegamos hasta allí.

El primer regalo fueron unas magníficas vistas de Persépolis al completo, además de las fachadas en forma de cruz, excavadas en la roca, y ricamente decoradas, a las que por cierto, no se puede entrar.

Apadana de Darío I

Una vez abajo de nuevo, encontramos la Apadana de Darío I, una  gran sala de audiencias destinada a las ceremonias y grandes recepciones, de la que todavía se conservan 13 de las 72 columnas de 20 m. de alto que sujetaban un techo ligero de madera, y la increíble escalera de acceso.

La escalera de acceso a la Apadana y al Tripylon o sala de los Tres Pórticos, un portal que separa los edificios ceremoniales de las estancias reales y el harén, son realmente preciosas. Están esculpidas con guerreros de élite que venían de todas las partes del imperio, con obsequios y comidas exóticas durante el equinoccio de primavera.

Museo de Persépolis

El Museo de Persépolis nació en 1.937, convirtiéndose así en el museo más antiguo de Irán. La entrada cuesta 100.000 riales más, pero alberga las Tablillas de Persépolis, 30.000 tablas de madera y arcilla con escritura cuneiforme, que explican el funcionamiento de la ciudad, los pagos y muchísima información valiosa, que curiosamente se conservan hasta nuestros días, gracias a que se cocieron durante el incendio.

Sólo te recomiendo que te des un paseo entre las ruina y te dejes llevar evocando el momento de esplendor de Persépolis, disfrutando de cada detalle, capitel o relieve.

Nasqsh-e Rostam

Para nuestra sorpresa, esta gran civilización había dejado algún regalo más para nosotras a tan sólo 7 km. de allí, Nasqsh-e Rostam, tres tumbas donde descansan los restos de Darío I, Jerjes, Artejerjes y Darío II, que recuerdan a Petra, otra joya arqueológica de Jordania, o al Valle de los Reyes en Egipto.

Tampoco te puedes perder el Cubo del Zooroastro donde se supone ardía un fuego eterno por las almas de los fundadores de este gran imperio.

Pasargadae

Tuvimos muchas dudas sobre visitar Pasargadae, a pesar de que también tiene el título de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, por lo que había leído en muchos blogs sobre que no merecía la pena, sumado a los 87 km. de distancia desde Persépolis y el incremento de precio de la excursión. Por suerte, nuestro amigo shirazí, no tenía ninguna duda sobre que teníamos que ver dónde comenzó todo, y nos llevó.

Pasargadas fue la primera capital del imperio persa aqueménida construída por Ciro el Grande entre el 559 y 530 a.C. y aunque su estado de conservación deja bastante que desear, ya que sólo se conserva la tumba de Ciro I, apenas los cimientos y parte de las columnas de la sala de audiencias y estancias palaciegas, un caravasar (lugar para que durmiesen los viajeros), la fortaleza de Tall-e Takht y una pared de la prisión de Salomón, esparcidas por un terreno enorme, fue una forma genial de completar nuestro trepidante día.

Una sensación de sueño cumplido corría dentro de mí, de vuelta a Shiraz, deslumbrada por tanta historia y embargada por la emoción.

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