El pasado 11 de Marzo de 2.011, el país nipón sufrió uno de los peores momentos de su historia, sólo comparable con la devastación sufrida por las bombas de Hiroshima y Nagasaki durante la II Guerra Mundial.
Esta vez no ha sido debido a ninguna guerra, sino a la fuerza de la naturaleza y al movimiento de las placas tectónicas del Pacífico y la placa Norteamericana, provocando un gran terremoto de magnitud 9,0 seguido por un brutal tsunami provocado muy cerca de la costa de Honshu, 130 km. al este de Sendai.
El norte del país ha quedado totalmente destrozado, y el mar se ha tragado ciudades enteras, en las que no se han encontrado supervivientes. A día 19 de Marzo, se contaban ya la cantidad de 7.508 fallecidos y 11.680 desaparecidos, según informó la agencia de noticias japonesa Jiji.
Japón es un país consciente de su situación, una isla pequeña en el medio del mar, justo encima de dos placas tectónicas en constante movimiento, y por ello, todos sus edificios están construidos y equipados con la última tecnología para evitar daños ante los terremotos que suelen sufrir. Pero esta vez no ha sido suficiente, al igual que tampoco lo ha sido el muro de contención que tenían previsto, para olas de hasta 6 m. de alto; evidentemente, nadie podía imaginar que la ola sería de casi el doble, de 10 m.
Incluso el jefe del partido libéral-democráta LDPR de Rusia, Vladimir Zhirinovski, se ha apiadado de la situación geográfica de Japón, y ha sugerido al gobierno ruso proponerle a los japoneses que ocupen las regiones desocupadas del país. Considera que ellos tienen mucho espacio, y que su país no tiene nada que perder a un pueblo tan trabajador.
Y por si esto fuera poco, la central nuclear de Fukushima ha sufrido daños, y se ha tenido que evacuar a la población de 30 km. a la redonda; se estima que 362.000 personas han sido desplazadas a refugios de emergencia por fuga radioactiva. Esto ha incrementado el problema que ya tenían, porque en muchísimas ciudades como Tokio, las aguas están contaminadas y se están extremando precauciones prohibiendo la venta de alimentos provenientes de la provincia de Fukushima, así como dando toda clase de consejos a la población para que eviten las partículas radioactivas.
A pesar del apoyo de todos los países, y la preparación para afrontar todo tipo de problemas del pueblo japonés, la situación sigue estando descontrolada, e incluso la población cada vez tiene mas dudas sobre que se nos esté contando toda la verdad, con el fin de evitar la alarma social.
De momento, sólo podemos enviar todo el apoyo a Japón y esperamos que la situación mejore lo antes posible. El mundo sabe que ellos saldrán de esto con la fuerza que les caracteriza.
No le podía pasar más cosas al pueblo de Japón. Rezamos por ellos.
Es duro pero admiro su espíritu de superación y orden hasta en tiempos dificiles.