Una encuesta difundida recientemente por TNS Gallup, asegura que ocho de cada diez argentinos aceptan que los establecimientos les devuelvan sus centavos convertidos en golosinas.
Aunque parezca mentira que hoy en día estemos cada vez más cerca del trueque (quizás mejor que el sistema que tenemos en la actualidad), la gran escasez de monedas de 10, 25, 50 y ahora hasta las de un peso, acompañado de la gran inflacción que padece Argentina, ha hecho que la mayoría de las personas acepten que les den la vuelta de sus compras en caramelos, en especial en los kioscos, aunque no son los únicos afectados por esta escasez, habiéndola también en los transportes públicos. En una autopista de Córdoba, desde el año pasado, se comenzó a dar el cambio del peaje en tiques utilizables para futuros viajes. El país tiene colgado en cada rincón un cartel de: “No hay monedas” o “pago exacto”:
Esto viene provocado porque al elevarse los precios, los ciudadanos necesitan más monedas para funcionar, contando además con que los billetes de autobús en el país sólo se pueden pagar en efectivo. Además La Defensoría del Pueblo señaló que los niveles de circulación de monedas son inferiores a los otros países de la región, a pesar de que el Banco Central de Argentina asegura que el año pasado se inyectó al mercado un 13% más de monedas que en el 2007.
Como remedio a esta escasez de pesos, se han habilitado cajeros para cambiar hasta 20 pesos por persona en tres terminales de tren de Buenos Aires, pero se forman colas de más de 45 minutos para conseguir las tan ambiciadas monedas.
Y como a aguas revueltas, ganancias de pescadores, se ha descubierto a través de investigaciones de programas de televisión, que las empresas de transporte público aprovechaban su cobro, sólo en efectivo, para almacenarlas y después revenderlas entre los comercios que lo necesiten.
Sólo deseo que no se dilate más la solución de este problema, ya que la escasez de monedas se lleva notando en el país desde hace tres años aproximadamente. Es una lástima tener que hacer una cola de 100 o 200 metros, sólo para conseguir cambio con el fin de pagar el medio de transporte que te llevará a trabajar.
