¡La noche en blanco y sin blanca!

Es la primera vez que disfruto de la noche en blanco paseando por Madrid, a pesar de que el primer año que se organizó fue en el 2.006, y me ha parecido una propuesta de ocio fenomenal para todos los que vivimos aquí, en especial, en estos momentos de crisis y bolsillos vacíos.

Hay actividades de ocio para todas las edades y gustos, pudiendo hacer miles de cosas por la ciudad, desde las nueve de la noche hasta las siete de la mañana, y lo curioso es que se ha celebrado simultáneamente en Madrid, Roma, París, Bruselas y Riga.

Los cinéfilos estaban de suerte, ya que el barrio de Chueca se convirtió en una sala de cine donde se proyectaban cortos españoles. Los amantes de la botánica, eligieron visitar el Jardín Botánico, en el cual se contabilizaron hasta 12.000 visitantes, que junto con la Biblioteca Nacional, con 8.800 personas y el Palacio Real, con 10.000, fueron los lugares más visitados.

El lema de La Noche en Blanco 2.009, ha sido “El Regalo”, y la verdad, es que se han hecho muchos, empezando por algo como el “Bloodsushibank”, que ubicado en el Matadero de Legazpi, ofrecía un plato de sushi a cambio de un regalo tan generoso y útil como donar sangre, eso sí, en un ambiente muy diferente del habitual.

También se regalaron miles de dibujos curativos. Parece extraño dicho así, pero consistía en artistas situados en una carpa en diferentes puntos de la ciudad, a los que contarle nuestros sueños, preocupaciones o inquietudes, regalándonos uno de esos dibujos y haciendo una demostración de que el arte puede sanar. Además multitud de globos blancos con micro poemas de los artistas Benjamín Prado y Ajo circulaban por toda la ciudad.

El Instituto Cervantes propuso debatir sobre la palabra sostenibilidad, con un cartel que decía: La palabra sostenibilidad carece de significado oficial. Queremos dar la oportunidad a todos los ciudadanos de aportar su propia definición, y que entre todos hagamos que esta palabra tan necesaria tenga un significado en el que todos nos sintamos reconocidos.

Los que les gusta bailar, lo tuvieron fácil con el Baila Conmigo, un gran musical organizado a lo largo del Paseo del Prado, en donde Blanca Li enseñaba a bailar hip hop, dance, danza clásica y los exóticos bailes del cine de Bollywood. Después se podía continuar bailando en la discoteca que se improvisó en Cibeles para la ocasión.

El Santiago Bernabeu fue el escenario de música y danza aérea que intentaba concienciar del olvido del llamado “Tercer Mundo” por parte de los países occidentales, con el espectáculo The dark side of the Earth.

El Templo de Debod, daba paso a la noche saharaui, con el fin de tomar conciencia con la problemática de esta sociedad, con exposiciones, bailarinas de danzas árabes, concierto del grupo Sahara Libre y unas clases de aerobic para los más deportistas (se ve que por rellenar). Por cierto, por allí se dejo caer la Ministra de Igualdad, o también conocida como la de las miembras, Bibiana Aído.

En Atocha, un burro negro, de dimensiones brutales, que emulaba a los toros de Osborne de todas las carreteras de la orografía española, se alzaba ante nosotros. De hecho, se puede ver hasta el 27 de Septiembre.

Y muchos conciertos, conciertos por todos lados. En la calle Fuencarral desde las cuatro de la tarde fueron pasando grupos como La Habitación Roja, Sneaky Sound System, The Cabriolets, Algora, Chicks on Speed o Telephunken. También tuvimos la posibilidad de juguetear con el instrumento de Björk, el Reactable. En el Círculo de Bellas Artes bailamos y nos divertimos mucho con Gertrudis, para mí, todo un descubrimiento. En el Colegio Mayor Argentino Nuestra Señora de Luján, concierto en la terraza y en Plaza de España hip hop. En Lavapies, el Afrojam, en el que un grupo musical base apoyaba a todo el que quisiera actuar sin ninguna limitación, con África como eje central de la propuesta. En Ópera la Escuela de Letras Jazz Band e incluso rock chino en la sala Heineken.

Una de las cosas que me decepcionó un poco, fue el Camino de Luz, sinceramente esperaba algo más. No es por despreciar el trabajo que hay detrás de eso, pero sinceramente al lado del alumbrado convencional de las principales calles de la ciudad, me parecieron cuatro luces.

Lo que más me gusto, poder recorrer Madrid sin preocuparse por los coches, ¡la ciudad de los peatones! Andar por el medio de la Gran Vía, el Paseo del Prado, fue todo un gustazo. Metro ayudó un poquito, extendiendo su horario hasta las 3 h. Desde luego, no es nada recomendable sacar el coche en una noche como esta.

Y bueno, espero que los que no salieron, se animen a hacerlo el año que viene, que de verdad merece la pena, ¡y muy baratito!

Sobre el autor

Cristina
Viajera de vocación y profesión, con estudios en la Diplomatura de Turismo, especializada en el asesoramiento y venta de viajes en agencias de viajes off-line y on-line, organizadora de las Tertulias Viajeras y sobre todo bloguera en Está en tu Mundo.

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